Universidad Nacional Autónoma de México
FES Zaragoza
Posgrado UNAM
Seminario Monográfico de Diagnóstico Integral
Dr. José Luis Uribe Piña
C.D. Natalia Berenice Quiroga Aguilar
El ojo es un órgano que detecta la luz y es la base del sentido de la vista. Su función consiste
básicamente en transformar la energía lumínica en señales eléctricas que son
enviadas al cerebro a través del nervio óptico.
El ojo humano funciona de
forma muy similar al de la mayoría de los vertebrados
y algunos moluscos;
posee una lente llamada cristalino que es ajustable según la distancia, un diafragma
que se llama pupila
cuyo diámetro está regulado por el iris y un tejido sensible a la luz que es la retina. La luz
penetra a través de la pupila, atraviesa el cristalino y se proyecta sobre la
retina, donde se transforma gracias a unas células llamadas fotorreceptoras en
impulsos nerviosos que son trasladados a través del nervio óptico
al cerebro.[]
Su forma es aproximadamente esférica, mide 2,5 cm de diámetro y está lleno
de un gel transparente llamado humor vítreo
que rellena el espacio comprendido entre la retina y el cristalino.
En la porción anterior del ojo se encuentran dos pequeños espacios: la cámara
anterior que está situada entre la córnea y el iris, y la cámara posterior que se ubica entre el iris y
el cristalino. Estas cámaras están llenas de un líquido que se llama humor acuoso,
cuyo nivel de presión, llamado presión intraocular, es muy importante para el
correcto funcionamiento del ojo.
Para que los rayos de luz que penetran en el ojo se puedan enfocar en la
retina, se deben refractar. La cantidad de refracción requerida depende de la
distancia del objeto al observador. Un objeto distante requerirá menos
refracción que uno más cercano. La mayor parte de la refracción ocurre en la córnea,
que tiene una curvatura fija. Otra parte de la refracción requerida se da en el
cristalino. El cristalino puede cambiar de forma, aumentando o disminuyendo así
su capacidad de refracción. Al envejecer, el ser humano va perdiendo esta
capacidad de ajustar el enfoque, deficiencia conocida como presbicia
o vista cansada.[]
El ojo recibe los estímulos luminosos procedentes del entorno. La luz
atraviesa los medios transparentes y la lente del ojo y forma una imagen
invertida sobre la retina.[] En la retina, células especializadas
transforman la imagen en impulsos nerviosos. Éstos llegan a través del nervio
óptico hasta la región posterior del cerebro. El cerebro interpreta las señales
mediante un complejo mecanismo en el que intervienen millones de neuronas.
Pupila e iris
El iris es un diafragma circular que regula la cantidad de luz que ingresa
en el ojo. Presenta un orificio central de unos 3 mm de diámetro, la pupila.
Ésta se adapta a la intensidad de la luz. Si la luz es intensa, la pupila se
contrae (miosis),
si la luz es escasa, la pupila se dilata (midriasis).
La constricción del iris es involuntaria y está controlada de forma automática
por el sistema nervioso parasimpático,
la dilatación también es involuntaria, pero depende del sistema nervioso simpático.[] La constricción del iris es
involuntaria y está controlada de forma automática por el sistema nervioso parasimpático,
la dilatación también es involuntaria, pero depende del sistema nervioso simpático.[]
Córnea y cristalino
La córnea es la estructura hemisférica y transparente localizada en la
parte anterior del ojo que permite el paso de la luz y protege al iris. El
cristalino está detrás de la córnea, tiene forma biconvexa y es la lente u
objetivo del ojo. Cuando un rayo de luz pasa de una sustancia transparente a
otra, su trayectoria se desvía: este fenómeno
se conoce con el nombre de refracción.
La luz se refracta en la córnea y el cristalino y se proyecta sobre la retina.
Retina
En la retina están las células visuales, por lo que se la puede comparar a
una película fotosensible. Estas células son capaces de captar la luz visible
que es solo una pequeña parte del espectro electromagnético, la comprendida
entre los 400 nanómetros de la luz violeta y los 750 nanómetros de la luz roja.[]
La luz que incide en la retina desencadena una serie de fenómenos químicos
y eléctricos que finalmente se traducen en impulsos nerviosos que son enviados
hacia el cerebro por el nervio óptico.
Conos y bastones
Las células
sensoriales de la retina reaccionan de forma distinta a la luz y los colores.
Los bastones se activan en la oscuridad, y sólo permiten distinguir el negro, el blanco y
los distintos grises. Los conos, en cambio funcionan de día y en ambientes
iluminados, hacen posible la visión de los colores.[]
En el ojo humano hay tres tipos de conos, sensibles a luz de color azul,
rojo y verde respectivamente. Cada uno de ellos absorbe la radiación de una
determinada porción del espectro gracias a que poseen unos pigmentos llamados opsinas. Las
opsinas son unas moléculas que están formadas por una proteína y un derivado de
la vitamina A.
La eritropsina tiene mayor sensibilidad para las longitudes de onda largas de
alrededor de 560 nm (luz roja),
la cloropsina para longitudes de onda medias de unos 530 nm (luz verde) y por último la
cianopsina con mayor sensibilidad para las longitudes de onda pequeñas de unos
430 nm (luz azul).
Mediante las diferentes intensidades de las señales producidas por los 3 tipos
de conos, podemos distinguir todos los colores que forman el espectro de luz
visible.[]
Los conos están concentrados en el centro de la retina, mientras que los
bastones abundan más en la periferia de la misma. Cada cono
está conectado individualmente con el centro visual del cerebro, lo que en la
práctica permite distinguir a una distancia de 10 metros dos puntos luminosos
separados por sólo un milímetro. Cada ojo humano dispone de 7 millones de conos
y 125 millones de bastones.[]
Musculatura extrínseca
La musculatura extrínseca está formada por seis músculos que se insertan
por una parte en la órbita y del otro lado en la capa más externa
del ojo, la esclerótica. Estos músculos son los que
permiten mover el ojo en cualquier dirección sin necesidad de cambiar la
posición de la cabeza, tal como ocurre por ejemplo cuando seguimos con la vista
un objeto en movimiento.[]
Vías visuales
Los nervios ópticos de ambos ojos se entrecruzan antes de entrar en el encéfalo,
formando el quiasma óptico. Luego se prolongan por las vías
visuales hacia la zona media del cerebro. Finalmente estos impulsos alcanzan
los centros visuales de los lóbulos occipitales.
Cuando los impulsos nerviosos llegan a los lóbulos occipitales del cerebro,
la información debe ser procesada. El cerebro procesa la información visual de
forma particular. Los diferentes aspectos de una imagen son decodificados por
diferentes partes del mismo. La forma de un objeto es procesada por una vía,
mientras el color y el movimiento lo son por otras vías diferentes. De esta
forma, el daño de una zona concreta del cerebro, puede producir ciertas
manifestaciones características, como ocurre en la agnosia
(imposibilidad de nombrar y reconocer un objeto común) que se produce cuando se
lesiona un área específica de asociación visual que se encuentra en el
hemisferio cerebral izquierdo.[]
Órbita
Las órbitas son dos cavidades óseas, simétricas y profundas con forma de
pirámide cuyo vértice apunta hacia atrás, tienen la función de proteger al ojo.
Están situadas a ambos lados de la nariz, en el límite del cráneo
con la cara. Constan de cuatro paredes: superior, inferior, interna y externa y
un vértice donde se encuentra el agujero óptico que es la principal
comunicación de la órbita con el interior del cráneo.
Dentro de la órbita se encuentra el ojo y una serie de estructuras anexas
que son imprescindibles para el funcionamiento adecuado de este órgano. A
continuación se enumeran:
- Los músculos extraoculares o musculatura
extrínseca. Es un conjunto de 6 músculos que tienen la finalidad de mover
el ojo en cualquier dirección, como ocurre cuando seguimos con la vista un
objeto en movimiento.
- El músculo elevador del párpado
superior que moviliza el párpado.
- La glándula lagrimal que produce las
lágrimas para lubricar el ojo.
- El nervio óptico que transmite la información desde
el ojo hasta el cerebro.
- La arteria oftálmica y sus ramas que
suministran riego sanguíneo al ojo y anexos.
- La vena oftálmica por las que retorna la sangre
hacia el corazón.
- Los diferentes nervios que controlan la movilidad
del ojo y otras funciones, como el nervio motor ocular común
(III par craneal), nervio motor ocular externo
(VI par craneal) y el Nervio patético (IV par craneal).
- Ligamento suspensorio del globo ocular que une el
ojo a la órbita para fijar su posición.
- Grasa periorbitaria, tejido conjuntivo y fascias que
forman una envoltura protectora de todo el conjunto.
Referencia Bibliográfica.
1. Tortora - Derrickson:
Principios de Anatomía y Fisiología, 11ª edición (2006). ISBN 968-7988-77-0
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