miércoles, 22 de octubre de 2014

Cardiopatias adquiridas y fisiologia del ojo

Universidad Nacional Autónoma de México

Facultad de Estudios Superiores Zaragoza

Posgrado:
Estomatología del Niño y el Adolescente

Seminario Monográfico de Diagnóstico Integral

Dr. José Luis Uribe Piña

Cardiopatias Adquiridas

Torres Salazar Diana Hiromi










22/Octubre/2014
Cardiopatias Adquiridas
Hipertension Aretrial Sistemica
Afecta entre el 10 al 15% de los niños a edad escolar. Puede resultar en complicaciones cardiacas, aun en los niños. Se puede controlar la hipertensión de inicio sin fármacos.
Una tercera parte de estos niños permanecerán hipertensos al llegar a la edad adulta. Niños con padres con  hipertensión arterial se encuentran en mayor riesgo de desarrollar hipertensión y requerirán de seguimiento estrecho. Si uno de los padres es hipertenso, 1/3 de sus hijos desarrollaran hipertensión. Cuando ambos padres son hipertensos el riesgo se duplica.
Se puede detectar hipertrofia ventricular izquierda (crecimiento del corazón izquierdo) en el 80% de los pacientes pediátricos con hipertensión arterial. Los efectos secundarios o complicaciones de la hipertensión a largo plazo aun permanecen inciertas.

Enfermedad de Kawasaki.
Es una enfermedad en donde el sistema inmune del cuerpo ataca los tejidos propios sin razón aparente. Existen varias teorías pero ninguna de ellas concluyentes. El punto principal en esta anomalía es la forma en que se afecta el corazón.
El sistema inmune ataca varias partes del cuerpo que incluye la piel (rash), conjuntivitis (enrojecimiento de los ojos), descamación de la piel de los dedos del pie y mano, crecimiento de nodos linfáticos, afección de vasos que irrigan el corazón (arterias coronarias) así como el músculo cardiaco (miocarditis).
La meta del manejo médico es evitar el involucro coronario y sus complicaciones ya que pueden presentar dilatación o crecimiento de las coronarias así como infarto miocárdico.

Enfermedad Reumática Cardiáca.
Es una enfermedad autoinmune en donde los anticuerpos producidos por el cuerpo ante la infección de una bacteria (estreptococco) causa daño en varias partes del cuerpo incluyendo el corazón, cerebro, articulaciones y piel.
Hoy en día es una enfermedad no frecuente observada principalmente en países en desarrollo con una incidencia de 2.9 por 100,000 habitantes.
Entre los efectos que produce son carditis (inflamación del corazón), poliartritis (inflamación  de múltiples articulaciones), corea (movimientos anormales de los brazos secundario a afección cerebral), eritema marginatum, nódulos subcutáneos (debido al proceso inflamatorio por debajo de la piel).

La carditis se observa en el 50% de los pacientes con fiebre reumática. No solo afecta el músculo del corazón, sino también sus válvulas. Los niños con enfermedad reumática desarrollan una enfermedad crónica debido al daño de las válvulas, si el daño es importante sobrevendrá falla del corazón.
El tratamiento consiste en erradicar la infección con antibióticos y prevenir una nueva infección.  Si hay recurrencia de la enfermedad esta podrá dañar las válvulas del corazón y empeorar la enfermedad del corazón.

Bibliografía

-          www.medline.com



Universidad Nacional Autónoma de México

Facultad de Estudios Superiores Zaragoza

Posgrado:
Estomatología del Niño y el Adolescente

Seminario Monográfico de Diagnóstico Integral

Dr. José Luis Uribe Piña

Anatomia y fisiologia del ojo

Torres Salazar Diana Hiromi




Anatomia y fisiología del ojo
El ojo humano es el órgano anatómico que recoge en su interior la estructura sensible que hace posible el inicio del complejo proceso de la visión. Por su forma se le denomina Globo ocular. Es un órgano par situado a ambos lados del plano sagital, protegido por grasa y tejidos blandos y por las paredes óseas que componen las cavidades orbitarias, donde además del globo ocular se alojan el nervio óptico, los músculos oculares, la glándula lagrimal, vasos y nervios. Los párpados, las pestañas y las lágrimas son protectores del ojo.
Cuando miramos a una persona de frente, vemos que sus dos ojos están separados por la nariz. Es por ello por lo que a la parte interna de los ojos se la puede calificar con el adjetivo de parte nasal. Por el contrario, la externa de cada ojo está en la zona más próxima a los huesos temporales del cráneo y por ello recibe este adjetivo posicional (temporal). Además la parte interna o nasal recibe el calificativo anatómico de medial y la parte externa o temporal es denominada asimismo lateral. Añadiendo los términos superior e inferior y en otra orientación anterior y posterior podremos reconocer espacialmente cualquiera de las estructuras del ojo.
El globo ocular, esfera de unos 24 mm de diámetro anteroposterior, está formado de fuera a dentro por tres capas concéntricas:
La exterior es la túnica fibrosa o córneo-escleral que se compone de dos segmentos esféricos; el anterior la córnea, es la porción más pequeña y prominente; el posterior es la esclerótica. Revistiendo los párpados por su cara posterior (interior) y parte de la esclera anterior (por su exterior) está la conjuntiva, membrana en la que se vierte la secreción lagrimal que participará en la nutrición y protección de las capas superficiales de la córnea.
La capa intermedia (úvea) es la túnica vascular, la componen por delante, el iris, por detrás, la coroides, y la unión de ambos, un engrosamiento que se conoce con el nombre de cuerpo ciliar.
La capa interna, túnica nerviosa es la retina, que se continúa por delante con la capa profunda del cuerpo ciliar y del iris.
La córnea es la porción anterior clara y transparente de la capa externa del globo ocular. Es la superficie refractante mayor del ojo y la más sensible del cuerpo, dada la abundancia de fibras nerviosas que contiene. Su función fisiológica principal es mantener la superficie del ojo lisa y transparente, mientras protege el contenido intraocular. Se continúa con la esclerótica. Tanto por delante como por detrás se encuentra la córnea bañada por líquidos, que le proporcionarán los elementos nutrientes para el metabolismo corneal dado que no tiene vasos sanguíneos. La lágrima humedece el epitelio corneal o cara anterior y el humor acuoso hacen posible la nutrición desde la cara posterior o endotelial.
La esclerótica o esclera es la túnica que junto con la córnea, forma la capa fibrosa externa del globo ocular. Constituye el esqueleto del globo ocular. Está compuesta de haces de tejido conjuntivo y fibras elásticas que le dan una consistencia fuerte, permitiéndole mantener la forma del ojo a pesar de alcanzar un espesor máximo de 1 mm. En su parte delantera presenta las inserciones de los músculos extrínsecos del ojo, y en el polo posterior, la salida del nervio óptico, la vena central de la retina y accede al interior del ojo la arteria central de la retina.
La coroides constituye la mayor parte de la región uveal. Se sitúa entre la esclerótica y la retina. Se compone principalmente de vasos sanguíneos que le confieren su color pardusco. Tiene como función primaria nutrir la retina, el cuerpo vítreo y el cristalino.
La retina es la capa más interna del ojo, situada entre la coroides y el cuerpo vítreo. Entre otros elementos está constituida por una expansión del nervio óptico. Es una estructura compleja, con numerosos tipos de células  y una disposición anatómica en diez estratos o capas. En las más externas están los elementos celulares encargados de la transformación de la energía luminosa en energía bioeléctrica (fotorreceptores) mientras que las más internas están encargadas de la transmisión de dicha energía, conduciendo el estímulo visual hacia el cerebro y representando el primer escalón  de la vía óptica. Las primeras neuronas de esta vía óptica son las células bipolares; las segundas las ganglionares. La zona anatómica más importante de la retina es la mácula. Es la retina central y a ese nivel aparece únicamente un tipo de fotorreceptores que se denominan conos. En la retina periférica los fotorreceptores predominantes son denominados por su forma más alargada bastones; éstos aumentan en número o densidad a medida que nos alejamos de la zona macular al tiempo que disminuyen los conos. Los conos son sensibles a la luz intensa y su riqueza en pigmentos fotosensibles les confiere la capacidad de discriminar los colores. Los bastones están dotados de un pigmento que les permite generar sensación visual en condiciones de baja iluminación y en la oscuridad; no pueden percibir los colores pero están muy capacitados, gracias también a las conexiones interneuronales, para percibir los movimientos de los objetos dentro del espacio en el que originan estímulos visuales que pueden ser captados por el ojo estático (esa porción de espacio será denominada campo visual). Por lo tanto, a los conos conciernen la agudeza visual y la discriminación del color con iluminación de gran intensidad. A los bastones corresponde la visión con iluminación escasa.
Como explicamos en el párrafo anterior, en el punto correspondiente al eje del globo ocular sobre la superficie interna, la retina presenta una extensión avascular, la mácula lútea, en cuyo centro se encuentra una pequeña depresión, la fóvea central. Provista de una gran concentración de conos, y casi sin bastones constituye la zona de la visión nítida. A unos 3 mm hacia el lado interno del polo posterior del ojo, se encuentra la cabeza del nervio óptico (papila), zona constituida por fibras nerviosas sin poder visual, motivo por el cual se llama también punto ciego. En el resto de la retina existe abundancia de bastones y la concentración de conos decrece paulatinamente a medida que aumenta la distancia a la mancha amarilla.
El iris es una membrana situada detrás de la córnea e inmediatamente delante del cristalino. Es llamativo al observador por ser la parte que da el color que caracteriza a nuestros ojos (marrón, castaño, azul, verde, etc.). Es de color  variable, de forma circular y está perforada en su centro por una abertura también circular (pupila), cuyo tamaño varía por la acción del músculo esfínter y dilatador de la pupila que, de manera refleja, controlan la cantidad de luz que entra en el ojo. La contracción pupilar no sólo se produce en el ojo expuesto a un aumento en la iluminación, sino que también se manifiesta en el otro ojo (contracción consensual).
El cuerpo ciliar se compone de los procesos ciliares y el músculo ciliar, que lleva a cabo la acomodación o enfoque del cristalino. Los procesos ciliares, en extremo vasculares, sirven para la secreción de los líquidos nutricios del interior que alimentan especialmente a la córnea, al cristalino y al vítreo. Es la estructura especializada en la producción del humor acuoso ocular, que será necesario en el mantenimiento de la anatomía y fisiología del segmento anterior del ojo (las partes fundamentales que conforman este segmento anterior ocular son la córnea, el iris y el cristalino).
El humor acuoso es un líquido cuya composición se asemeja a la del plasma con supresión de casi todas las proteínas. Contribuye al mantenimiento de la presión intraocular, y facilita el metabolismo del cristalino, y de la córnea que carecen de vasos. Secretado por el cuerpo ciliar fluye en la cámara posterior entre el iris y el cristalino, desde aquí pasa a la cámara anterior a través de la pupila. También es el responsable en gran medida del mantenimiento de un adecuado tono o tensión ocular.
El cristalino es una lente, un órgano encapsulado, de forma lenticular, transparente, biconvexo, formado por una serie de laminillas concéntricas. Suspendido de los procesos ciliares por filamentos es una esfera hueca de células epiteliales. La función del cristalino, junto con la córnea consiste en enfocar los rayos de manera que formen la imagen sobre la mácula. Su poder refringente varía según la distancia a la que se sitúe el objeto. La modificación en la refringencia del cristalino, acomodación, se produce con el cambio en su forma por acción del músculo ciliar. La capacidad de acomodación es máxima en el recién nacido, disminuyendo progresivamente con la edad. Sobre los 40 años se pierde toda potencia acomodativa (presbicia). La visión neta cercana a partir de esa edad se ha de conseguir mediante el uso de lentes.
El cuerpo vítreo es una masa transparente, incolora, de consistencia blanda, que ocupa la cavidad posterior del globo ocular. Situado entre el cristalino, el cuerpo ciliar y la retina, constituye el volumen más amplio del ojo. Carente de vasos, se nutre de los tejidos próximos: coroides, cuerpo ciliar y retina. El vítreo es una estructura implicada en la génesis de los desprendimientos de retina y todavía tenemos grandes lagunas en el conocimiento de su fisiología.
El sistema visual que se inicia en el globo ocular se continúa por las vías ópticas hasta llegar a los centros ópticos. La vía óptica comunica el globo ocular con el cerebro. Las vías ópticas, que transportan los estímulos luminosos, están representados por dos nervios ópticos, el quiasma óptico y las dos bandas o cintillas ópticas, el tálamo y las radiaciones ópticas. La vía óptica tiene una estructura compleja y permite que la información que procede de los dos ojos se mezcle de manera que cada hemisferio cerebral recibirá parte de los estímulos recogidos por cada uno de los ojos. En líneas generales podemos resumir esta distribución de fibras como sigue:
-     La retina quedaría dividida por una línea vertical que pasaría por la mácula en dos grandes campos, retina nasal la interna y retina temporal la externa. Las fibras nerviosas, axones de las células ganglionares, procedentes de la retina temporal quedan dispuestas en la parte lateral o externa del nervio óptico y las fibras que se originan en la retina nasal se colocan en la parte medial o interna. Además están ordenadas de modo que las fibras procedentes de la parte superior de la retina quedan en posición superior en el nervio óptico y las relacionadas con la retina inferior están en la parte inferior del nervio.
-     A nivel del quiasma tiene lugar la mezcla o cruce de la información procedente de ambos ojos, de modo que las fibras nasales se cruzan en su totalidad, permaneciendo en su lado las fibras temporales.
-     De este modo en las cintillas ópticas encontramos fibras de la retina temporal del ojo del mismo lado y fibras de la retina nasal del ojo contralateral. Más concretamente, en la cintilla derecha hay fibras temporales del ojo derecho y nasales del izquierdo y en la cintilla izquierda se reúnen las fibras temporales del ojo izquierdo con las nasales que provienen de la retina del ojo derecho.
-     Las cintillas llegan al tálamo, estructura del diencéfalo, en el que tiene lugar la sinapsis o unión con la tercera neurona de todas las vías sensibles del organismo. La escala de las fibras implicadas en la visión tiene lugar en el denominado cuerpo geniculado externo.
-     Desde el cuerpo geniculado externo talámico los estímulos visuales son conducidos a la zona occipital cerebral por las radiaciones ópticas. Las radiaciones del hemisferio cerebral derecho proceden de las mitades derechas de las retinas (temporal del ojo derecho y nasal del ojo izquierdo). Las fibras superiores, originadas en la retina superior, terminan por encima de la cisura calcarina y las fibras inferiores realizan sus sinapsis por debajo de la misma. Las radiaciones ópticas del hemisferio izquierdo proceden de la retina temporal del ojo izquierdo y de la nasal del derecho (mitades izquierdas de las retinas).
-     La retina recoge la sensibilidad de forma cruzada de manera que las hemirretinas derechas son estimuladas por luz y objetos localizados espacialmente a la izquierda del observador y al contrario en el caso de las retinas izquierdas. Llamamos hemirretinas derechas a la mitad derecha (nasal) de la retina del ojo izquierdo y a la mitad temporal del ojo derecho. Son hemirretinas izquierdas la temporal del ojo izquierdo y la nasal del derecho. De esta forma, y debido a la disposición de las fibras a lo largo del proyecto de la vía óptica, el lóbulo occipital derecho recoge la información visual de lo que acontece a la izquierda del observador y el lóbulo occipital izquierdo procesará los estímulos originados por la luz y los objetos situados a la derecha.
El ojo humano funciona de tal manera que permite la transformación de la energía de la luz en una energía bioeléctrica que recorre la vía óptica  y llega al cerebro. Es en este nivel en el que se procesa la información, y por la diferente modulación de la corriente originada por cada tipo de estímulo se realiza la interpretación de la imagen visual.
El ojo gira libremente en todas las direcciones gracias a sus seis músculos, los músculos extrínsecos, los cuatro rectos y los dos oblicuos, que tienen su origen en las paredes de la órbita y se insertan en la esclerótica.
Ambos ojos se mueven simultáneamente (movimientos asociados), regulados por centros de asociación que inervan grupos de músculos de los dos ojos al mismo tiempo.
El ojo se puede considerar como un sistema óptico compuesto concéntrico ya que posee una serie de estructuras encargadas del correcto enfoque de los haces de luz que deben ser proyectados sobre la retina con la mayor nitidez posible para una correcta visión. El ojo tiene un funcionamiento similar a una cámara oscura cuyo objetivo está constituido por el conjunto de medios transparentes que, de fuera a dentro, son la capa delgada de lágrimas, la córnea, el humor acuoso, el cristalino, el vítreo y las primeras capas de la retina, previa a los conos y los bastones. Transparencia, curvatura e índice de refracción de los diversos medios, así como la regularidad de las superficies limitantes, dan como resultado la formación de la imagen al nivel de la capa sensible de la retina.
Tal disposición permite a los rayos que penetran en el ojo converger progresivamente hasta unirse a la capa sensible de la retina, formando la imagen de objetos. Esto ocurre en el ojo emétrope u ojo ópticamente normal.
El primer dioptrio que se encuentra la luz en su camino hacia la retina es la córnea que se puede considerar como una lente convergente de unas 43 dioptrías de potencia. A continuación los haces luminosos encuentran el humor acuoso que tiene menos importancia porque su índice de refracción es 1.33, similar al de la córnea y apenas modifica la trayectoria. La segunda lente está constituida por el cristalino, que a diferencia de la córnea tiene un poder refractivo variable, ya que su forma puede ser modificada por la acción del músculo ciliar, que aumenta o disminuye su grosor según sea necesario para el enfoque de las imágenes en función de la distancia a que se encuentren los objetos. Este mecanismo de enfoque se conoce como acomodación y es de gran importancia en la visión cercana (menos de 6 metros). El acto de acomodación se acompaña de la contracción de la pupila y de la convergencia de las líneas visuales.
El grado de acomodación ha de variar para cada distancia a la que se sitúe el objeto, no pudiendo estar adaptado a la vez para dos distancias diferentes. De ahí que mientras se mira a lo lejos, los objetos distantes aparezcan claros y los cercanos, nublados. Debido a que los rayos paralelos, procedentes de los objetos lejanos, se reúnen en la retina y los que provienen de los objetos cercanos, divergentes, se enfocan detrás de la retina. Ahora bien, cuando aumenta el poder refringente del ojo por la acomodación, los rayos paralelos provenientes de los objetos lejanos se enfocan delante de la retina y los divergentes, procedentes de los objetos cercanos, se enfocan en la retina. Aquellos aparecen borrosos y éstos, con nitidez.
Una vez superado el cristalino, los haces tienen que atravesar el humor vítreo, medio que tampoco tiene gran influencia en la refracción.
Dada la gran potencia refractiva de la córnea y del cristalino, el foco del sistema óptico se encuentra en la cámara vítrea, lo que hace que los rayos inviertan su trayectoria y formen una proyección “al revés” sobre la retina. Esta imagen invertida será corregida una vez que llegue a la corteza cerebral, donde cada punto será “recolocado” en su verdadera posición.
La visión es la función del ojo, del sistema visual. Por razones metodológicas, para su estudio, se subdivide la función en: sentido de la forma, sentido cromático y sentido luminoso.
El sentido de la forma es la facultad del ojo para percibir la figura y la forma de los objetos. Se denomina también agudeza visual. El contraste, la iluminación, el estado fisiológico y la edad del sujeto son factores que la modifican para un ojo normal.
Para que un ojo tenga una agudeza visual normal se deben cumplir las siguientes condiciones:
1.   El estado de refracción ocular debe ser de emetropía o en el caso de que exista un defecto de refracción (ametropía) estará bien corregido por cual­quiera de los métodos  posibles.
2.   Las estructuras oculares que son atravesadas por la luz deben mantener la transparencia.
3.   La mácula (retina central) y la vía óptica que le corresponde, así como el área 17 del córtex tienen que estar en condiciones de normalidad anatomofisiológica.
En estado de reposo, el ojo normal está adaptado para converger los rayos paralelos procedentes de los objetos lejanos sobre la mácula, por acción de los poderes refringentes de los medios transparentes del ojo, preferentemente de la córnea y del cristalino. Es lo que constituye la visión lejana. Los rayos divergentes que proceden de un objeto cercano son enfocados también sobre la retina, visión próxima. Requiriéndose para ello el concurso del aumento del poder refringente del cristalino (acomodación) que permite la disminución de la distancia focal, aumentando el grosor de la lente intraocular.
Los rayos luminosos que caen sobre un lado de la retina proceden del lado opuesto del campo visual. La porción superior de la retina recibe las imágenes de los objetos situados en la parte inferior del campo visual y la mitad temporal de la retina recibe las imágenes de los objetos situados en el campo nasal. Por tanto, la imagen retiniana es siempre una imagen invertida. Tras el cruce de las fibras nerviosas en el quiasma, la proyección en la corteza dará lugar a una imagen derecha.
La mayor agudeza visual se alcanza en la mácula mientras se mira directamente. Es lo que constituye la visión central.
Cuando la imagen de un objeto no cae sobre la mácula determina una visión sin nitidez, pero de gran importancia para la lectura, para ver imágenes de gran tamaño, para el desplazamiento y otras actividades de seguridad y guía. Se trata de la visión periférica.
El espacio en el que pueden ser vistos los objetos mientras la mirada permanece fija en un punto determinado es el campo visual. Su amplitud varía con el tamaño de los objetos y con su color, con la intensidad de la iluminación ambiente, con el contraste entre objeto y fondo y con el estado de adaptación del ojo. En un ojo normal abarca hacia fuera 90º ó más; hacia dentro, entre 45º y 60º; hacia arriba entre 45º y 55º; y, hacia abajo, entre 50º y 70º.
Un campo visual normal exige:
1.   La transparencia de córnea, cristalino y vítreo.
2.   La retina debe mantener su integridad tanto en la zona macular (que se corresponderá con el campo visual central) como en la zona periférica (que determinará la extensión total del campo (campo visual periférico).
3.   Cuando tenga que determinarse la normalidad del campo visual central, el ojo que se explora tiene que estar en óptimas condiciones refractivas, puesto que el campo central se influye por una buena agudeza visual, circunstancia que no ocurre con el campo visual periférico, que puede mantenerse normal con bajas agudezas visuales.
El sentido cromático es la capacidad del ojo para percibir los colores. Compete a los conos, sensibles sólo con iluminación de gran intensidad. En condiciones de baja iluminación o de oscuridad, los objetos aunque puedan verse aparecen de color grisáceo.
El campo visual para los colores es más reducido que para el blanco. Los límites del campo cromático corresponden a los puntos en los cuales los colores son reconocidos; dependiendo su extensión del tamaño de los objetos, del brillo y de la iluminación.
El sentido luminoso es el poder del ojo para distinguir gradaciones en la intensidad de la iluminación.
La acomodación de la sensibilidad de la retina a las variaciones de intensidad de luz es la adaptación. El ojo se ajusta al pasar de ambientes luminosos a ambientes oscuros, adaptación a la oscuridad. Después de un cambio brusco de luz brillante a oscuridad, la adaptación máxima a pequeñas intensidades de luz se alcanza a los 30 minutos. En el fenómeno inverso se produce deslumbramiento, que se contrarresta gradualmente por el efecto de la adaptación a la luz.
Cuando miramos un objeto se producen simultáneamente, en la retina de ambos ojos, sendas imágenes, que no son iguales, ya que cada ojo observa el objeto desde un ángulo distinto, aunque la diferencia es muy pequeña. Estas dos imágenes, ligeramente diferentes, producen la sensación de relieve, de profundidad del objeto.
La visión binocular es un reflejo condicionado que exige la alineación correcta de los ojos desde el período neonatal y la proyección de imágenes similares en cada retina.
La visión binocular es una facultad que se adquiere a partir de reflejos posturales, de fijación, de acomodación y de convergencia, dominados por el reflejo de fusión.
Percepción simultánea, fusión y estereopsia son tres fenómenos perceptores que se incluyen en la visión binocular, pudiendo actuar simultáneamente. El primero de ellos es el menos desarrollado, y el último el de mayor desarrollo en el ojo normal.
La imagen que se proyecta en la retina de cada ojo es distinta y así se transmite al cerebro, percepción simultánea. No obstante, las imágenes de un objeto visto con ambos ojos caen sobre porciones correspondientes de las retinas, dando lugar a una impresión visual única.
La fusión es el resultado de los objetos proyectados en los puntos retinianos correspondientes, con sus dos imágenes fundidas a nivel del SNC en una sola percepción
La estereopsia es la percepción de la tercera dimensión. La cercanía o el alejamiento relativo de los puntos del objeto obtenidos de las imágenes retinianas fundidas aunque ligeramente dispares, desplazadas, dan lugar a una sensación de relieve.





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