miércoles, 1 de octubre de 2014

ALTERACIONES DEL LENGUAJE


UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE MÉXICO
FES ZARAGOZA
UNIDAD DE POSGRADO
ESP. ESTOMATOLOGIA EN EL NIÑO Y EL ADOLESCENTE




ALTERACIONES DE LENGUAJE

El trastorno específico del lenguaje (TEL), llamado también disfasia término en desuso consiste en la alteración en el desarrollo del lenguaje en un contexto de normalidad en los demás parámetros evolutivos.

En relación con el código lingüístico, podemos diferenciar cinco niveles:
   
– Fonológico: este nivel comprende los fonemas (rasgos distintivos articulatorios y acústicos) y la prosodia (hechos lingüísticos suprasegmentales).
      Morfológico: ordenamiento lógico gramatical.

      Sintáctico: organización secuencial de los enunciados y reglas que rigen la lengua.

      Semántico: desarrollo de los significados, base relacional del lenguaje.
    
– Pragmático: efectos esperados y buscados de los enunciados sobre el interlocutor y medios específicos utilizados en la comunicación.


El criterio de severidad parece el más razonable, aunque no deja de ser arbitrario.
 En los TEL se constata que el lenguaje, además de ser adquirido                  tardíamente, no es correcto en cuanto a su fonética, a su estructura o a su contenido.
Además aunque sea difícil de poner en evidencia mediante los tests estandarizados siempre existe un déficit de comprensión.
Rapin y Allen han descrito 6 síndromes disfásicos distintos .
Sin embargo es discutible la existencia de síndromes disfásicos diferenciados, puesto que como señala Bishop, siempre existe como denominador común un déficit de compresión y además las características del trastorno varían a lo largo del desarrollo .

El motivo de consulta en un trastorno de espectro autista (TEA) suele ser un retraso en el lenguaje.
 Para diagnosticar el TEA se debe valorar la capacidad de relación del niño con sus iguales, el uso del lenguaje gestual y la capacidad de desarrollar un juego simbólico.
No siempre es fácil o posible establecer los límites entre TEL y TEA, puesto que los autistas presentan los mismos trastornos del lenguaje que los niños no autistas.
El retraso mental también se expresa casi siempre con un retraso en la adquisición del lenguaje, al que se añaden otros déficit cognitivos. Los tests de desarrollo infantil tales como el Bayley, permiten establecer el diag- nóstico. La hipoacusia debe excluirse, siempre que no exista la certeza de que la capacidad auditiva es correcta.
 Las hipoacusias pueden ser transitorias o permanentes. En el primer caso, que suele corresponder a otitis serosas, una vez resuelto el problema auditivo, el lenguaje se normaliza al poco tiempo. En base a las revisiones efectuadas sobre esta cuestión no es razonable atribuir, en niños normales, problemas lingüísticos o de aprendizaje derivados de problemas otológicos previos.
 La gemelaridad y ser hijo de padres sordomudos pueden explicar un moderado retraso en la adquisición del lenguaje, pero nunca un trastorno permanente.
 La privación ambiental extrema comporta un retardo en el lenguaje, pero en ausencia de factores genéticos o lesionales suele ser reversible, una vez el niño es ubicado en un entorno adecuado.

Las afasias suelen comportar pocas dificulta- des diagnósticas. Las causas más frecuentes de afasia en el niño son las infecciones del sistema nervioso, los accidentes vasculares y los traumatismos craneoencefálicos.
Una excepción es la afasia epiléptica o síndrome de Landau-Klefner (SLK), que asocia el trastorno del lenguaje a un trazado EEG característico y en ocasiones a crisis epilépticas.
No siempre se presenta de forma completa, de modo que en este trastorno tampoco están claros los límites con otras formas de epilepsia o con otros TEL. Incluso es posible establecer una línea de continuidad entre algunas formas de autismo y el SLK .

El mutismo selectivo consiste en la negativa a hablar en determinadas situaciones. En estos casos el niño, que se expresa correctamente entre su familia, deja de hablar en el colegio o ante personas extrañas. Este tras- torno es más frecuente de lo que se piensa. En su forma completa se ha estimado que ocurre casi en uno de cada 500 niños . En ocasiones se manifiesta de forma aislada, pero también puede presentarse en el contexto de un TEA o TEL, si bien lo más común es que exista un trastorno de ansiedad subyacente.

Entre los pacientes autistas se estima que al- rededor de un 30 % sufren una regresión. La manifestación más relevante es la perdida de capacidades lingüísticas. Suele ocurrir en dos periodos: entre el primer y segundo año, y durante la adolescencia.
Un factor implicado en la regresión autista puede ser en casos ex- cepcionales la actividad epileptógena, con crisis o sin ellas.
 En el síndrome de Rett  puede haber perdida de algunas adquisiciones lingüísticas, junto a la más típica perdida de praxias manuales. En el trastorno desintegrativo infantil (TDI) se exige como criterio diagnóstico un desarrollo normal hasta por lo menos los dos años de edad, a partir de cuyo momento se puede iniciar una pérdida de capacidades lingüísticas dentro de una cuadro autístico. En ocasiones es difícil establecer los límites entre el TDI y los TEA.
Las enfermedades degenerativas comportan una regresión motora y/o cognitiva. Por tanto el deterioro del lenguaje puede ser el elemento más relevante.
Sin duda alguna, esta posibilidad debe ser tomada siempre en con- sideración ante un niño que deja de hablar.

Aparte de la falta de adquisición o perdida de lenguaje, son motivo frecuente de consulta las anormalidades en la forma de hablar. En la tabla V se resumen los trastornos más habituales que ocasionan una alteración en el habla.

La tartamudez es un trastorno que comporta una falta de fluidez en la emisión de palabras. Si bien el diagnóstico no ofrece dificultad, sus causas no han sido todavía totalmente aclaradas. En un niño con tartamudez debe valorarse la existencia de un TEL o trastorno de Tourette. En este último caso el diagnóstico se sustenta en la presencia de tics motores y tics vocales. Los casos leves y de inicio pre- coz suelen remitir espontáneamente.

La disartria es un trastorno neuromuscular que altera globalmente las capacidades articulatorias necesarias para la expresión oral. Sus causas son extraordinariamente amplias.

La dislalia es un error en la articulación específica para determinados sonidos de consonantes, casi siempre es transitoria.

Los trastornos prosódicos se refieren a la entonación y el ritmo del habla. Son frecuentes en los TEA, especialmente en el síndrome de Asperger.
La voz nasal es una alteración estructural del aparato bucofonatorio que altera el timbre de voz.
Se da en algunos síndromes tales como el síndrome de Williams y el síndrome alcohólico fetal.

 El trastorno semantico-pragmático, o simplemente trastorno pramático, se caracteriza por un lenguaje formalmente correcto, pero con una utilización contextual poco adecuada.

Es típico de TEA, especialmente en el síndrome de Asperger y en el trastorno del aprendizaje no verbal (TANV) .
También es propio del síndrome de Williams y puede estar presentar en algunos casos de hidrocefalia. Se identifica por el escaso valor comunicativo del lenguaje a pesar de su riqueza verbal.

La dislexia, o trastorno especifico del aprendizaje de la lectura, tiene una clara relación con los trastornos del lenguaje, puesto que el fallo cognitivo que condiciona la dislexia es una alteración en las capacidades fonológi- cas. La hiperlexia consiste en una capacidad mecánica de lectura excelente, pero con una pobre capacidad lectora. Puede observarse en los TEA y en el TANV.

El niño que tarda en hablar
       Retraso simple del lenguaje
       Trastorno específico del lenguaje o 
disfasia
       Trastorno espectro autista
       Retraso mental
       Hipoacusia
       Gemelaridad
       Hijo de padres sordomudos
       Privación ambiental extrema

El niño que deja de hablar
Afasia
Mutismo selectivo
Regresión autista

Síndrome de Rett

Trastorno desintegrativo infantil
Enfermedad degenerativa

El niño que habla mal
• Tartamudez

• Disartria

• Dislalia

• Trastornos de la prosodia
 • Voz nasal


TRASTORNO DEL LENGUAJE ESCRITO


El aprendizaje correcto de la lectoescritura depende de la capacidad del individuo de decodificar y analizar las letras y las palabras que ve para, con posterioridad, transformarlas en un código que se asemeje al habla-codificación .
 De este modo, tenemos lo siguiente: 

      Dislexia: incapacidad para aprender la escritura con normalidad. Debe evaluarse la dificultad del niño para reconocer y memorizar letras o grupos de letras, falta del orden o ritmo en la colocación así como mala estructuración de las frases.
 Se reconoce la dislexia evolutiva relacionada con la maduración, de buen pronóstico, y la dislexia sintomática o secundaria, relacionada con problemas neurológicos.
 Los niños disléxicos suelen presentar un retraso del lenguaje que afecta a los procesos fonológicos, semánticos y sintácticos de la lectoescritura, que se refleja en una comprensión lectora pobre, deficiencia en la lectura expresiva y en la redacción espontánea.


– Disortografía: problema específico de la escritura. Se da una sustitución u omisión de letras. Tiene causas variables perceptivas, intelectuales, lingüísticas y emocionales. 


Disgrafia: trastornos funcionales que afectan a la calidad de la escritura.




DIAGNOSTICO
Es básico contar con una historia clínica completa y cuidadosa que nos ayudará a recoger datos sobre la historia evolutiva del desarrollo del niño, antecedentes de embarazo o parto, antecedentes de problemas de lenguaje en la familia, traumas o infecciones adquiridas (meningitis, otitis de repetición), que usualmente indican alteraciones en la audición.
Es muy importante conocer el ambiente psicosocial en el que se ha desarrollado el niño, afectivo o no, estimulado o privado de estímulos verbales. No es infrecuente encontrar que hay poco contacto entre padres e hijos. Es conveniente hacer una entrevista con el cuidador del niño.
Se debe plantear un examen físico que tienda a descartar trastornos genéticos. Debemos dedicar tiempo para observar al niño jugar e interactuar con las personas de su entorno, a hablar con el niño, hacerle preguntas de acuerdo con su edad, promover su lenguaje para tratar de detectar problemas fonológicos, sintácticos, de prosodia, entre otros, que nos ayuden a clasificarlos.

Se recomienda la aplicación de cuestionarios para padres y maestros y algunas pruebas específicas de lenguaje (test de vocabulario de Boston), el test de desarrollo de Bayley y la evaluación de inteligencia por el psicólogo, cuando sea necesaria.
Una vez elaborados los diagnósticos diferencia- les y excluidas otras alteraciones, debemos ubicar- los en las esferas de la recepción, de la emisión o como un trastorno mixto. Si el problema reside sólo en la emisión, el niño tiene una comprensión normal; sin embargo, si el defecto está en la recepción se afecta no sólo la comprensión sino también la emisión de la palabra.

Exámenes complementarios
Aun cuando nos impresione que el niño oiga bien, es imperativo un examen de audición. El resto de los estudios será dirigido según las sospechas diag- nósticas. El electroencefalograma, en especial en el sueño, es muy importante considerando que algunas patologías del lenguaje se acompañan de alteraciones electroencefalográficas paroxísticas sin tener manifestaciones convulsivas, de lo cual un ejemplo es la afasia epiléptica adquirida o síndrome de Landau-Kleffner].
Entre los estudios de neuroimagen, la tomografía axial computarizada es de valor en las alteraciones graves del desarrollo cerebral, por ejemplo en la presencia de calcificaciones que nos hablen de infección intrauterina. La resonancia magnética cerebral es de mucha ayuda diagnóstica




TRATAMIENTO
El manejo de los problemas del lenguaje lo imparten principalmente los terapeutas del lenguaje. Las técnicas han variado con el tiempo y no hay una técnica única de intervención. Al principio, se usaban las técnicas de repetición de palabras o ejercicios gramaticales. Hoy día, se tiende a utilizar situaciones diarias que promuevan una comunicación natural y que estimulen la socialización, por lo que a menudo se hace en grupos con niños de lenguaje normal y niños con problemas de lenguaje.
No es raro en nuestros días comprometer a los padres en la terapia, en especial en la de los preescolares. Es muy moderno el uso de programas de ordenador para mejorar la discriminación auditiva, pero no se ha demostrado que haya un método más eficaz que otro. No obstante, se ha visto la efectividad en el lenguaje al poner en contacto a estos niños con problemas con niños de habla normal .

BIBLIOGRAFIA

 Narbona J, Chevrie-Muller C. El lenguaje del niño. Desarrollo normal, evaluación y trastornos. Barcelona: Masson; 2003.
Castaño J. Bases neurobiológicas del lenguaje y sus alteraciones. Rev Neurol 2003; 36: 781-5. 

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